sábado, 5 de marzo de 2011

Ginkgo, el árbol inmortal


En los bosques del Jurásico ya crecían decenas de tipos distintos de ginkgo, junto con araucarias y diversas coníferas. Hoy sólo sobrevive una especie casi exactamente igual a sus parientes prehistóricos.

Fósil de una hoja de Ginkgo

El ginkgo (Ginkgo biloba Kaempf. ex L.) fué "descubierto" por los europeos allá por el año 690 en Japón. Su introducción por primera vez en Europa (Holanda) data del siglo XVIII. Linneo la yamó iloba por la tendencia de sus hojas a escindirse en dos lóbulos. Cultivado en los cementerios y templos de China y Japón desde hace más de 3000 años, se citan ejemplares varias veces milenarios y con perímetros de hasta 13 m. La fama del ginkgo como planta medicinal es antigua. Las semillas se usaban en China como expectorante, vermífugo, sedante y para tratar enfermedades de la piel; la pulpa contra el asma y la tuberculosis. Actualmente, sus propiedades medicinales se han visto plenamente confirmadas, usandose su estracto en preparados farmacéuticos. 


 Actualmente se cultiva en las calles y jardines de nuestras ciudades, por lo que no es dificil toparnos con algún ejemplar no muy lejos de nuestra casa.

Imágen poco después de estallar la bomba atómica
El mejor dato de la excelencia de este árbol se da en Hiroshima. Tras la explosión de la bomba atómica varios árboles de esta especie se mantuvieron en pie, a distancias muy próximas del epicentro. No sólo aguantaron la onda expansiva, la ola de calor sino también la radiación, curaron sus heridas y se mantuvieron vivos hasta la actualidad.


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